Bibi Titi Mohamed fue una de las personas claves en la independencia de Tanzania y una incansable luchadora por incorporar mujeres a la vida política del país africano.
Hija de un comerciante y una granjera, ambos musulmanes, Bibi nació en 1926 en Dar es Salaam. Atendió a la escuela primaria, para luego entrar a la purdah, una práctica musulmana de recluir y ocultar a las mujeres frente a hombres que no son sus parientes directos, hasta que se casan. Bibi se convirtió a sus 13 años en la esposa de un hombre bastante mayor, con quien tuvo a su primera hija para luego divorciarse. Así Bibi comenzó a atender lugares públicos donde se celebraba el maulidi, una celebración del profeta Mahoma, donde se transformó en la cantante principal, y de paso conoció muchas mujeres, lo que la impulsó a convertirse en una luchadora por derechos de igualdad, educación.
Su cercanía con el futuro presidente, Julius Nyere hizo que se uniera al partido nacionalista TANU (Tanganyika African National Union) en 1955, convirtiéndose en la primera mujer en enrolarse en ese partido. Ahí logró reclutar miles de mujeres como miembros del partido y contra el colonialismo, siendo la líder del ala femenina del partido Umoja wa Wanawake wa Tanzania (UWT).
Con la llegada de la independencia oficial en 1961 su rol dentro del partido fue reconocido oficialmente. Su carisma y fortaleza hicieron que a través de todo el país, mujeres que pertenecían a diferentes etnias, se activaran políticamente gracias a la plataforma que Bibi significaba. Así fue Presidente de la Unión de Mujeres de Tanganyika y luego la asistente ministerial del Ministro de Desarrollo Cultural en el nuevo gobierno.
Sin embargo las diferencias políticas que Bibi comenzó a tener con el oficialismo, hizo que en 1969 fuera acusada de participar en un plan de golpe de estado, a lo que ella respondió siempre ser inocente. Aún así fue sentenciada a condena perpetua en la cárcel, y su credibilidad política se fue al suelo. Dos años después el mismo Presidente le perdonó la sentencia y la dejó libre, pero el daño estaba hecho y todos su aliados políticos y amigos la habían abandonado. Así decidió tener un bajo perfil el resto de su vida.
Al morir, su rol en la independencia de Tanzania fue reconocido oficialmente, como una de las protagonistas claves de este momento histórico y su empuje en llevar a las mujeres a la participación política.