Prima ballerina del Ballet Imperial Ruso de finales del siglo XIX y principios del XX, Anna Pávlovna se consagró como una de las bailarinas más importantes de todos los tiempos. En sus más de 30 años de trayectoria fundó su propia compañía de danza e hizo presentaciones en todo el mundo. Aclamada por la crítica, los diarios la describieron como poseedora de un “talento superior a todo”.
Hija prematura de una lavandera, creció con su abuela para tener mejores condiciones de vida. Cuando tenía ocho años su mamá la llevó al Teatro Mariinski para ver una representación de “La Bella Durmiente”. Quedó encantada. A los diez la admitieron en la Academia Imperial de Ballet de San Petersburgo donde comenzó su formación.
Hizo su debut oficial como solista en 1899 con la obra “Las falsas dríades” en la Ópera Imperial rusa. Se hizo famosa en 1905 con su interpretación de “La Muerte del Cisne”, una pieza hecha para ella por el coreógrafo Mijaíl Fokine. Al año siguiente, obtuvo el papel principal en “El lago de los cisnes” y se convirtió en Prima Ballerina de la compañía.
Trabajó por un periodo en los Ballets Rusos del empresario Serguéi Diáguilev. Hizo giras por Europa, América y Asia. Compartió escenario con el bailarín Mijáil Mordkin en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Cansada de la competencia imperante, decidió retirarse para crear su propia compañía.
Realizó giras por casi 15 años. Ofreció más de cuatro mil representaciones en los cinco continentes. En 1914 se casó en secreto con su amigo y representante, Victor Dandré. Tras la Primera Guerra, llevó a cabo actuaciones de beneficencia destinadas a apoyar a los niños huérfanos de su país. Hizo su última gira internacional a los 49 años.
En 1931, el tren donde viajaba sufrió un accidente. Ella recorrió la nieve para ayudar a los heridos. Esto le provocó un resfrío que poco a poco se convirtió en neumonía. Su médico le dijo que era necesario operarla, aunque esto provocaría que nunca más pudiera bailar. La bailarina se negó y murió poco antes de cumplir 50 años.