Tomó múltiples trabajos para poder pagar sus estudios, desde lavar platos a ser asistente en una biblioteca; Angie Brooks, liberiana, tenía un interés especial en educarse, siendo una joven recién divorciada. En su país y en su continente las mujeres no participaban mucho de la política y la toma de decisiones, y ella cambió todo eso: fue la segunda mujer en presidir la Asamblea General de la ONU, y la primera en ese cargo en venir de Africa, en 1969.
Nació en una familia numerosa y fue criada por su madre. Tras casarse y separarse muy joven, decidió educarse. Angie Brooks terminó viajando a Estados Unidos, donde obtuvo múltiples títulos y honores, se graduó de leyes y después obtuvo doctorados en dos universidades distintas. A la vuelta a su país, en los años 50, comenzó a destacar en distintos puestos diplomáticos, además de trabajar en el ministerio de justicia de Liberia y en la Corte Suprema del país.
Desde 1954 que comenzó a trabajar como delegada en la ONU, para años después, convertirse en la primera mujer de su continente en liderar la Asamblea General; incluso cuando algunos dudaban si estaba preparada para la importante tarea, Brooks se encargó de demostrar que era una líder. En esa época varios países africanos buscaban o recién terminaban el traspaso a la independencia y autogobierno, y esa fue la principal preocupación de la liberiana.
Siempre visitó trajes típicos africanos en las reuniones y asambleas internacionales, volviéndose una representante destacada de su país. Una vez terminado su paso a la cabeza de la ONU, volvió a tomar importantes cargos en Liberia. Además, esta madre de dos hijos, se convirtió en madre adoptiva de varios niños.